Las instalaciones modifican el ambiente poniendo luz y destacando relaciones estéticamente interesantes entre las formas de la naturaleza o de los contextos humanos dedicados a otros fines, como habitación o trabajo: dan espacio al pensar y permiten el acercamiento conceptual del arte sin prescindir de lo estético.
La exposición de Gianni Capitani “perfora los rincones” del contexto habitable, ya de por sí “perforado” por el tiempo y el desuso. La obra del artista hace emerger, de la fisura obtenida en el tejido de lo real, destellos de luz e infinito, donde la forma se niega a sí misma y se dirige hacia lo inefable como vía de acceso y de experimentación. Pequeñas intervenciones llaman la atención sobre lo que está presente pero no se mira con interés, como pelotas de juego sobre una vieja pared carcomida por el moho del tiempo, donde lo humano y lo natural se enlazan milagrosamente. Santa arquitectura que flota más allá de la función, en un universo de sentido que nutre la mirada y el sueño. O una puerta tapiada, mirada por una silla, donde la esencia de la puerta resalta por la pérdida de uso, y se exalta, de este modo, su valor simbólico de iniciación a la experiencia del tránsito. Desde la puerta negra sale el sueño de una pared enamorada. Un espejo quiebra la visión canónica y une la tierra al cielo. Sombras y ladrillos bailan una danza todavía desconocida.
En las pinturas, el signo es color sobre color, igual pero más denso, y la forma se deshace bajo el efecto de la luz revelando espacios subyacentes y llamando a una atención diferenciada, anómala en un mundo donde es visible sólo lo que grita. La belleza está en el ojo de quien mira, y la belleza que está en el ojo de Gianni Capitani busca también morada en el ojo del visitante que es conducido en este lugar a través de un recorrido de formas que también es un recorrido del tiempo, el tiempo de la vida misma del artista, escrutador del mundo y creador de formas que intentan llevar luz e infinito al mundo limitado de la cotidianidad humana.
Fe, Esperanza y Caridad, las niñas base del alma.
Paolo Quattrini
La exposición de Gianni Capitani “perfora los rincones” del contexto habitable, ya de por sí “perforado” por el tiempo y el desuso. La obra del artista hace emerger, de la fisura obtenida en el tejido de lo real, destellos de luz e infinito, donde la forma se niega a sí misma y se dirige hacia lo inefable como vía de acceso y de experimentación. Pequeñas intervenciones llaman la atención sobre lo que está presente pero no se mira con interés, como pelotas de juego sobre una vieja pared carcomida por el moho del tiempo, donde lo humano y lo natural se enlazan milagrosamente. Santa arquitectura que flota más allá de la función, en un universo de sentido que nutre la mirada y el sueño. O una puerta tapiada, mirada por una silla, donde la esencia de la puerta resalta por la pérdida de uso, y se exalta, de este modo, su valor simbólico de iniciación a la experiencia del tránsito. Desde la puerta negra sale el sueño de una pared enamorada. Un espejo quiebra la visión canónica y une la tierra al cielo. Sombras y ladrillos bailan una danza todavía desconocida.
En las pinturas, el signo es color sobre color, igual pero más denso, y la forma se deshace bajo el efecto de la luz revelando espacios subyacentes y llamando a una atención diferenciada, anómala en un mundo donde es visible sólo lo que grita. La belleza está en el ojo de quien mira, y la belleza que está en el ojo de Gianni Capitani busca también morada en el ojo del visitante que es conducido en este lugar a través de un recorrido de formas que también es un recorrido del tiempo, el tiempo de la vida misma del artista, escrutador del mundo y creador de formas que intentan llevar luz e infinito al mundo limitado de la cotidianidad humana.
Fe, Esperanza y Caridad, las niñas base del alma.
Paolo Quattrini
Pedro Ocejo
A veces alguien hace la chamba de alguien, sin siquiera saberlo! La exposición de Capitani, no solo es inspiradora, sino que logra proponer una nueva via para el futuro de los museos del mundo! Arte y cultura muy cerca de la vecindad, del barrio, de la colonia!
No mas Momas, ni inversiones billonarias... en la 11/11 esta lo mas avanzada y sutil interrelación del artista con el espacio/tiempo y su asombro
y respeto del patrimonio.
Ahora que la regeneración del Centro Histórico parece tomar impulso y con ello los posibles riesgos o amenazas que esta podría tener, visitar la 11/11 por parte de urbanistas, vivienderos, autoridades y empresas podría mostrar las potencialidades del "deteriorado patrimonio", para que la regeneración pudiere permitir hacer de Puebla, la primera ciudad taller/estudio/despacho/comercio/mercado/ciudad /museo/galería/foro/librería ciudad parque/jardín, ciudad senda, ciudad arte/ocio/meditación, donde la memoria, patrimonio y modernidad pudieren armonizar en un todo...
no a la demolición o destrucción sin antes un acercamiento para integrar en lo mayormente posible, el patrimonio a la regeneración.
Sí al reto creativo de utilizar al patrimonio en la "construcción de la nueva ciudad".
Puebla 1-12-2011